Sobre la obra literaria de Antero Jiménez Antonio

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Por Juan Moreno Uclés

Doctor en Filología Clásica

 […] Antero Jiménez, debido a los 30 años de docencia como Licenciado en Química, ha sido ampliamente conocido por su inquietud docente y por las múltiples manifestaciones culturales llevadas a cabo durante estos años con los alumnos de su Centro. Un reflejo de esta inquietud docente son los escritos didácticos que compuso: «Introducción al método científico«, «Niveles de organización del ser vivo«, «Fundamentos de la estructura de la materia«, por citar algunos. Su preocupación por los Estudios Nocturnos le llevó a plasmar en su defensa diversas publicaciones, como «El Régimen de Estudios Nocturnos: un subsistema necesario«, «Ampliación de los Diseños Curriculares a los Estudios Nocturnos«, y otros más.

Adornado con exquisita alma lírica, fue sembrando poemas en las diversas obras que preparaba y en cuartillas sueltas, que, finalmente vieron la luz, con tan buen acierto, que fueron premiados en el Certamen Literario «María Zambrano» del 2004. La Recopilación de gran parte de sus poemas, dispersos en otras publicaciones, como he comentado, lleva por nombre «Rosa roja«, que publicó en Ecobuk en 2010. Todos los poemas tienen un denominador común, el amor. A través de ellos expone Antero su pensamiento filosófico, haciendo un análisis profundo de algo que él considera más que un sentimiento; estima el amor como el motor que impulsa todas las manifestaciones anímicas. Incluye en esta publicación, acertadamente, la alegoría «La sombra del amor«, aunque se trata de un cuento en lenguaje simbólico, redactado en prosa poética; en él, Antero, magistralmente, juega con el paisaje, convirtiéndolo en un reflejo de la personalidad del protagonista.

Delicados poemas suyos dan vida a las páginas de la Revista Claustro Poético, en varias ediciones, e igualmente en la Revista Camino Viejo.

No obstante, lo que pretendo comentar aquí es su faceta de novelista. Existe un aspecto común en todas las producciones novelísticas de Antero; el protagonista relata con técnica de salto atrás en el tiempo, buscando algún aspecto destacable en el comportamiento humano, que me voy a atrever a llamar tesis.

Exitosa fue la publicación de su primera novela «El jardín de las ardillas» en 1996. Allí, el protagonista, un médico ya mayor, se sirve de una fábula para explicar las desavenencias espirituales sobre su propia personalidad, que se mueve en un círculo de contradicciones. Nos presenta al protagonista hundido en el fracaso, imposibilitado para alcanzar la plenitud de su felicidad, si no fuera por esa vuelta atrás hacia su infancia, cuando una simple ardilla del bosque le alecciona que si la persona humana quiere, puede alcanzar el máximo de felicidad. Es, pues, una fábula con tesis, llena de sentimientos agridulces que nos indican que en todo goce hay escondido un peligro y que los anhelos de la persona humana se escriben sobre arenas movedizas.

En el 2003 me asombró gratamente, cuando me dio a corregir una delicada novela que luego le publicaría la Junta de Andalucía, «Anagnórisis o El amor olvidado«. Allí el protagonista cuenta su niñez, rota por la fatalidad, al tener que sufrir de forma prematura la realidad de un ambiente, en donde el desamor domina por encima de los más elementales sentimientos. El terrible contraste entre el amor recibido de una madre todo dulzura, y los imborrables recuerdos de su amor de juventud, frente a la tremenda soledad a la que es abocado en un colegio-internado, crean en el personaje un estado de obsesión, que le incapacita para encontrar el amor. Defiende la tesis de que es imposible olvidarse de un primer amor, que, habiendo nacido en la infancia, se alimenta del tiempo y se engrandece en la desdicha.

Aún tuve la satisfacción de leer «La maldición del Corregidor«, que publicó en 2008. Novela básicamente histórica, fundamentada en la vida de unos bandoleros coetáneos a El Tempranillo. El personaje narrador cuenta sus Memorias desde la otra vida y el desenlace de su muerte como la causa desencadenante de la posterior venganza de sus hermanos. Sin abandonar el género novelesco, logra enmarcar Antero, con tintes costumbristas, el primer tercio del siglo XIX, con rigor histórico, usando un lenguaje sencillo y profundamente intimista, con abundantes reflexiones, donde precisamente expresa la tesis de esta novela: la evolución del pensamiento de los protagonistas desde el punto de vista social y político, en lucha por la libertad, secuestrada por el régimen absolutista de Fernando VII.

Su última novela, «Los hombres de blanco» es una novela de suspense, cuya intriga nos la va facilitando Antero Jiménez de forma gradual, a la vez que introduce nuevos enigmas que resolver dentro de la narración, quedando el lector fuertemente atrapado en la trama. No voy a desvelar el argumento, obviamente. Me limito a subrayar breves rasgos psicológicos de los protagonistas que ayuden a una mejor comprensión.

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