DE LA  FORMACIÓN Y LA LIBERTAD DE LOS ALUMNOS

Paso ahora a tratar la libertad de los alumnos. El gran agujero del actual Sistema Educativo es, precisamente, el haber olvidado la formación de esa libertad, y sólo por este supuesto queda completamente descalificado:

La libertad de los alumnos requiere bastantes matizaciones. El Diccionario RAE, define la libertad: “Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”. Precisamente, a esta definición debemos atenernos y, deberemos tener siempre en cuenta que cualquier facultad humana necesita un desarrollo que vendrá condicionado a la madurez intelectual, de modo que la responsabilidad de los actos estará, también condicionada a esa misma madurez. Las facultades naturales del hombre necesitan del proceso de desarrollo y maduración sin el cual nunca alcanzarían su máxima potencialidad. La obligación de los centros docentes es interaccionar sobre todas ellas y no exclusivamente sobre el entendimiento y la memoria. La libertad, como el resto de las facultades, necesitan del ejercicio para que alcance su correcto progreso y ese ejercicio deberá hacerse desde el aprendizaje de la responsabilidad. Convertir a nuestros alumnos en personas libres supone desarrollar esa responsabilidad en el grado que corresponda a cada fase de maduración intelectual y, consecuentemente, en relación a la edad del alumno. La libertad-responsabilidad, no puede ser independiente del concepto de disciplina. La disciplina, tremendamente relajada en el seno familiar deberá ser impartida, necesariamente, como un elemento más de formación en los centros escolares y por lo tanto deberá ser un objetivo prioritario en el proceso de enseñanza-aprendizaje, objetivo que sólo puede ser cumplido a base del refuerzo, preferentemente el refuerzo positivo, pero en los caso en los que ese refuerzo no sea suficiente deberá acudirse, sin ninguna clase de complejo, al refuerzo negativo, cuidando exquisitamente que verdaderamente sea un auténtico refuerzo y no un mero “quitarse el problema de encima” como ocurre con las expulsiones temporales de alumnos. Afortunadamente no estamos en la época en la que se aplicaba el dicho de que “la letra con la sangre entra”, pero tampoco podemos quedarnos en la posición, totalmente pendular, del “todo vale” y “todo se consiente”. Como decía en uno de los artículos de esta serie, el castigo es necesario para aquellos casos en los que los refuerzos positivos no den resultado y ese castigo deberá, siempre, en todos los casos, transformarse en un refuerzo positivo bajo la apariencia de negativo. Propugno clases de estudio extras, fuera del horario escolar, obligatorias para esos alumnos que reinciden en la indisciplina, que faltan gravemente a su libre responsabilidad; clases que deberán ser impartidas por psicopedagogos o profesores altamente especializados en técnicas de estudio y concentración. Esto le cuesta dinero a la administración, pero su rentabilidad social está asegurada de antemano. La rentabilidad social consistente en convertir a los niños y adolescente en hombres y mujeres de bien que conviertan su entorno en una sociedad más justa; ese es el autentico progresismo al que debe aspirar cualquier sistema educativo.

Por último, y para cerrar estos artículos, el sistema educativo no puede penalizar a los menos dotados, más allá de lo que la propia naturaleza, desgraciadamente lo hace, por el contrario deberá buscar los mecanismos más idóneos para que estos individuos se sientan miembros de una sociedad avanzada, totalmente integrados en ella y con un papel a desempeñar en esa sociedad. Por esa razón, la secundaria debe ser, como lo es en la actualidad, totalmente gratuita y alcanzable para todos. Absolutamente, todos deben obtener esa titulación, independientemente del curso en el que, por edad deban abandonar su estudios (en el caso más extremo aunque nunca hayan podido superar el primer curso de la ESO). Pero, puesto que el Bachillerato es una preparación para la Universidad, sólo deberían pasar a este nivel de estudios los alumnos capacitados para ello, por lo que debería hacerse un proceso de  selección que podría consistir en que sólo pasasen automáticamente los alumnos que han demostrado, sin lugar a dudas, un buen aprovechamiento en sus estudios de Secundaria (para que sea objetivo, aquellos alumnos que hayan alcanzado una determinada nota la media), el resto de los alumnos que hayan superado la ESO sin alcanzar esa media deberían ser sometidos a un examen mediante el que demuestren su madurez intelectual para poder abordar, con garantías de éxito, esos estudios. Deberán arbitrarse otros medios para que los alumnos que no han superado la ESO, en cualquier otro momento de su vida puedan demostrar su capacidad para acceder al Bachillerato o incluso, directamente a la Universidad. De esta manera, jamás deben quedar cerrados los pasos hacia estudios superiores.

Debo resumir en que todos, absolutamente todos, los potenciales humanos deben ser objetivo de la educación, más cuando sabemos por la psicología moderna que quien dicta nuestra forma de actuar es el inconsciente en contra de lo que hasta hace poco se suponía. Si partimos de ese considerando,  seremos capaces de diseñar un adecuado Sistema Educativo en el que su filosofía será la formación de ese inconsciente a base de ejercitar correctamente las funcionalidades de los alumnos, para que en cualquier momento de su vida, ese inconsciente sepa actuar a favor de esa sociedad más justa que es lo que todos perseguimos.

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