DE LOS PROFESORES

Profe

Para hablar del profesorado español hay que quitarse el sombrero en una reverencia merecida. En este país, a pesar de todos los pesares, hay profesionales como la copa de un pino, y en esta categoría hay que enmarcar a nuestros profesores. Abnegados trabajadores de la enseñanza resignados a la obediencia al gobierno de tuno, como funcionarios del Estado que son. Obedientes, porque no tienen más remedio que serlo, pero rebeldes en sus continuas denuncias de un Sistema que no funciona. Resignados, porque ¡pobre de aquel que no lo sea!… sobre él caería todo el peso de la Ley de Funcionarios Civiles del Estado.

Un profesorado totalmente desprestigiado por las insinuaciones malévolas de su propio patrón, el gobierno, que lo culpa de todos los males que sufre la educación en este país. Un profesorado que ya, ni siquiera tiene la libertad para ser justo, pendiendo sobre él la espada “justiciera” de las delegaciones de Educación que se han arrogado el derecho de aprobar o suspender a un alumno a capricho de sus administradores. No sé si hago bien en decirlo, y no sé si ocurre igual fuera de Andalucía, en esta, nuestra querida patria andaluza, cualquier alumno, que recurra ante la Delegación de Educación y Ciencia un suspenso, obtendrá el premio de ser aprobado, esté como esté dicho examen. No importa la objetividad del suspenso, siempre encontrarán “algún defecto de forma” para darle la razón al alumno. Antes eran los Departamentos quienes juzgaban la posible injusticia y en última instancia, un tribunal totalmente imparcial… eso era antes de la LOGSE…

El profesorado ha tenido que asumir el desprecio social al que se le ha sometido, la falta de respeto de sus propios alumnos, la desconfianza de los padres, que creen primero en sus “santos niños” y después en sus menos santos amigos. Es muy raro encontrar unos padres que crean antes en el profesor que en su hijo. “El Régimen” le ha quitado la autoridad al profesor, y éste nada puede hacer ante la reiterada indisciplina de sus pupilos. Lo han dejado sin medios para imponer su autoridad, porque lo han dejado sin autoridad, eso que se gana día a día en el bien hacer de su trabajo, se lo han arrebatado. Algunos profesores, en algunas aulas, ni siquiera pueden impartir su docencia, porque consumen el tiempo en el vano intento de poner un orden imposible. El profesor ha tenido que asumir la violencia de sus alumnos, la intolerancia de los padres y la incomprensión de la administración y de toda la sociedad… y mucha gente se extraña de que sea en el sector del profesorado donde más bajas se producen por depresiones… ¡Demasiado fuertes son nuestros profesores!

… Y a pesar de todo esto, el profesorado no se desmoraliza, sigue con su cabeza muy alta intentando combatir el sistema desde dentro y lo conseguirían si la administración confiara en el profesorado, si estuviéramos ante administraciones sensibles a la trascendencia para el futuro del fenómeno educativo. Cuando el poder se ha transformado en régimen, contra estas administraciones, muy poco se puede hacer… ellos hacen y deshacen a su antojo, eso sí, cuidando hasta en sus más mínimos detalles las apariencias. En ello son expertos.

Los Centros de Enseñanza, funcionan gracias a la buena voluntad de los profesores que trabajan vocacionalmente y que sacrifican, en muchísimas ocasiones, su tiempo libre para que el centro pueda marchar. ¿Cómo le pagan este sacrificio?… aumentando la desconfianza hacia ellos, atornillando la flexibilidad de ciertos horarios para conseguir, de esa manera, la desaparición de ese encomiable voluntarismo de los profesores que nace, sólo por dos razones: porque la materia prima con la que trabajan son seres humanos y ello está por encima de todo, y porque, a pesar de los pesares, le toman cariño a sus alumnos, y eso también está por encima del deber.

La burocracia a la que han sido sometidos ha ahogado su libertad para formar y enseñar de la mejor manera que crean. Tras la imposición de los famosos objetivos de la LOGSE, se les ha impuesto tal otra cantidad de “objetivos” (ni ellos mismo saben de dónde proceden), que los contenidos les vienen impuestos, desde los mínimos hasta el detalle. La optatividad es otra falacia del sistema, ya que está sujeta a la “disponibilidad del Centro”, y, de todas maneras y en todos los casos, una optaividad pensada más para sobornar al profesorado, que así pueden completar horas, que para cumplir un objetivo de formación, mientras que quedan sin el debido peso lectivo materias como la Física y la Química, por citar algunas. Los profesores han de crear rutinarios informes sin sentido, porque nadie los lee (y si lo hacen, para nada los tienen en cuenta). Y, habiendo dejado muchos más males y más penas en el cajón, debido al espacio del que dispongo, concluyo esta entrega: ¡Éste, pero aún peor, es el resultado de la LOGSE sobre el profesorado!

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